lunes, 7 de septiembre de 2009

NUNCA ES TARDE


Título: Nunca es tarde
Autor: Daniel Ramos Autó
Género: Ensayo / Crecimiento Personal
Edita: Versos & Reversos
Fecha de publicación: 2ª Edición Noviembre 2009
Formato: Rústico con solapas, 14,85 x 10,50 cm, 208 pág.
Precio: 11,90 Euros
Compra: librerías, vía telefónica, ingreso/transf., tarjeta, Paypal
Advertencia: Todos los derechos reservados




Espacio de lectura. Fragmentos Nunca es tarde:

Al final de cada capítulo se incluye un apartado titulado Frases para la reflexión con citas y pensamientos de los sabios y filósofos más relevantes de la historia de la humanidad que hacen la lectura muy amena, muy àgil, y que complementan mis propias reflexiones sobre los diferentes temas.


LA DESEDUCACIÓN

Nunca es tarde para deseducarnos. Desde la infancia nos educan para ser competitivos, aptos, brillantes, en el marco de una sociedad materialista e individualista. No nos educan para ser nosotros mismos ni ser felices. No nos hablan del despertar de la conciencia, ni de aprender a buscar las respuestas en nosotros mismos, ni de la importancia de aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos, ni del altruismo, ni de la espiritualidad (que no religión), ni de la calidad de vida en un sentido alejado de lo material, ni del amor en todas sus facetas y en todas sus formas.
Vivimos en una sociedad hipócrita que nos enseña a reprimir nuestro deseo, nos enseña a obedecer y a fingir, nos marca qué y cómo debemos pensar y sentir, qué es bueno y qué es malo, cómo debemos comportarnos, qué es políticamente correcto y qué no lo es. Una sociedad que, en definitiva, nos marca unos estereotipos y unos patrones de conducta que no sólo no son cuestionados sino que debemos asumirlos como propios para no ser apartados o estigmatizados. Sin embargo, la sociedad no es un ente con vida propia. La sociedad está formada por individuos como tú y como yo. Nosotros como individuos sí tenemos una identidad propia y la capacidad para decidir y cambiar. Por tanto, los cambios en la forma de discurrir de la sociedad-colectividad empiezan en el interior de cada individuo. En otras reflexiones del presente libro apunto la importancia de tener una actitud crítica frente a los valores y creencias que nos han inculcado desde la infancia, en todas aquellas cosas que hemos asumido como propias sin cuestionar, sólo porque nuestro entorno también las ha asumido como propias y las ha elevado a la categoría de verdad absoluta. También apunto la importancia de reafirmarnos en lo que somos, de aceptarnos tal y como somos, aunque este hecho en ocasiones suponga arriesgarnos a la desaprobación por parte de los demás. Debemos hacer una revisión profunda de nuestras inercias, ya que estamos siempre atentos a los errores ajenos sin darnos cuenta que nosotros mismos estamos programados para reaccionar de la misma forma prejuiciosa y estereotipada como lo hicieron nuestros padres o nuestros abuelos. Debemos pelarnos como una cebolla, ir quitándonos capas de piel y luego revestirnos de nuevo, reeducarnos, aprovechando aquellas cosas que nos fueron útiles e incorporando todas aquellas cosas que se ajustan más a lo que somos en realidad.

LA FELICIDAD
Nunca es tarde para hallar la felicidad. No hay deber que olvidemos tanto como el deber de ser felices. A diferencia de lo que en muchas ocasiones hayamos podido escuchar en nuestro entorno, no venimos a este maravilloso mundo a sufrir. Más bien al contrario. Venimos a este mundo a disfrutar, a aprender y a descubrir, aunque la propia dinámica de la vida pueda llevarnos a vivir situaciones dolorosas.
La sociedad de consumo en la que vivimos inmersos coloca constantemente las causas de nuestra felicidad y de nuestra satisfacción en un plano externo. Se nos vende una felicidad fácil, cómoda, de cartón. Se nos lanza a diario un claro mensaje de causalidad entre la proporción de bienes materiales que uno posee y el grado de felicidad que uno alcanza gracias a dichos bienes materiales. Sin embargo, la felicidad nunca nace en el exterior y se proyecta hacia el interior, sino más bien nace en el interior y se proyecta hacia el exterior. Los bienes materiales tan sólo nos pueden aportar confort, comodidad, placer. Todas estas sensaciones, sin duda agradables, no son exactamente felicidad. Hay que diferenciar claramente placer y felicidad.
La felicidad no es ninguna meta, no es llegar a ninguna parte, más bien es una manera de andar, una actitud, un camino que se recorre cada día. La felicidad tiene más que ver con cosas como nuestros procesos internos, como nuestra actitud frente a la vida, como nuestro nivel de autoestima, de autoaceptación, de comprensión y de aceptación de nuestro entorno, así como, de nuestra capacidad para perseverar y luchar en la búsqueda por conseguir hacer realidad nuestros proyectos, ilusiones y deseos. La felicidad también nace fruto de nuestra capacidad para integrar nuestras vivencias como herramientas potentes de aprendizaje y crecimiento.
Una felicidad que no lleva implícita un esfuerzo de introspección y autoconocimiento, un camino de encuentro en el amor, en la autoaceptación y en la conciencia de ser es una felicidad cuanto menos ficticia.

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