sábado, 25 de junio de 2011
NO IMPORTABA ENTONCES
Las cosas huecas y rutinarias
donde el tiempo devenía
una masa densa y reposada,
donde la vida parecía a ratos transcurrir
en una deliciosa cadencia mecánica,
esas cosas echo de menos,
y no la grandilocuencia
de palabras y promesas de eternidad
hechas a destiempo.
Hacer trizas, como solíamos hacer,
las reglas de la simetría,
de la belleza burda y custodiada,
acribillar a balazos de caricias
ese maldito orden binario
del tú, del yo, del yo, del tú
en tardes de domingo donde la gravedad
era arrancada a dentelladas de nuestros tobillos,
donde el silencio era aniquilado
en trincheras aguerridas,
en batallas cotidianas
donde no pasaba nada
y pasaba un mundo entero.
Esas cosas echo de menos,
malcriarte con detalles y cursilerías,
tropezar de vez en cuando
con nuestras múltiples y variadas
torpezas y manías,
recitarte a Neruda al oído,
recorrer juntos las sombras de la tarde.
No importaba entonces
que habitara en nosotros
un instinto macabro,
el poso de amores pretéritos y miserables,
un desfile de rictus amargos
recordándonos fracasos de manual.
No importaba, no,
porque transitábamos una suerte de transparencia,
porque sabíamos que las cosas importantes
siempre van acompañadas de un precio que pagar,
que cada día que pasa uno está más lejos de la orilla
y que el horizonte, el ansiado horizonte,
es una presa huidiza que nunca acabamos de alcanzar.
© Daniel Ramos Autó
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